miércoles, 25 de junio de 2008

Olor de una noche de verano.

No hace mucho hablaba de un regalo que encontré y que aún no he abierto. El regalo sigue ahí, con el envoltorio transparente que me deja verlo desearlo, si bien no me deja hacer uso de su contenido y que su contenido no sepa de mi existencia, pues lo que sucede es que el último regalo que abrí fue tan delicioso como pernicioso, además que debido a ciertas características mías me producía algún que otro efecto nocivo del que aún estoy recuperándome.

Hace tiempo me dije que, si bien no podía evitar volver a encontrar otro regalo similar o incluso mejor, no me apetecía volver a sufrir tanto como lo hice. Claro está, el contenido del regalo que os hablo cumple todos los requisitos necesarios para hacer que me olvide de todo.

Hoy, para colmo, el regalo ha tomado un cariz nuevo que lo hace más apetecible, si cabe, que antes. La verdad es que este cariz, su olor, siempre estuvo ahí, desde el primer momento. Soy especialmente olfativo, para lo bueno y para lo malo, y cuando establezco un contacto el olor me hace marcar un comportamiento concreto hacia su productor, por supuesto añadido a otros factores. El olor del regalo que aún no se si será mío, o yo suyo, o, lo mejor, ambas cosas, me resultaba familiar desde que me aproximé a su contenido, algo que si bien yo no había querido reparar en el por diferentes motivos, hace tiempo que estaba ahí. Ese olor conocido, pero al que o lograba dar nombre, me inundaba y me inunda, me obsesionaba y me obsesiona, me enamoraba y me enamora. Ese olor esta noche, cuando iba en mi coche, despacio y respirando el aire de la calle, lo he identificado: ¡Su aroma es el de una noche de verano!, como comprenderéis el corazón ha empezado a palpitar más allá de lo apetecible y, a la vez, de la manera más deliciosa del mundo…

jueves, 19 de junio de 2008

'El día que conocí a Elenor Rigby'

Hace un par de días, sobre las once de la noche, llegué a mi casa después del gimnasio, cuando descubrí que el frigorífico estaba tan frío y como desierto.

Para solucionar el apetito elevado al punto del hambre que traía del lugar de sudores y ejercicios, me dirigí a una pequeña tienda que hay cerca de casa donde me agencié de los alimentos mínimos para una cena tan sana como copiosa. En aquel momento, cuando me disponía a pagar, vi a una mujer que, sin conocerla de nada, me resultaba familiar. Sobre la marcha caí en que esa mujer solía estar ahí casi siempre que voy a ese lugar sobre esa hora, la de cierre, dando conversación a cualquiera de las diferentes dependientas que rotaban en el turno de la noche y viendo como los clientes pasábamos por delante camino de nuestras vidas.

Esa muejer es como la Eleanor Rigby de la canción de los Beatles. No se si recogerá arroz a las puertas de alguna iglesia o, simplemente va a una tienda de barrio a ver como pasan sus clientes por delante de ella. Las personas como Eleanor, o como la mujer de la tienda, parecen que un día perdieron un tren o que nunca se atrevieron a cogerlo, fuera lo que fuese lo que perdió, su cara de tristeza sobrepasada por la desidia y sus miradas furtivas de envidia, deseo y nostalgia denotan un camino de dificil retroceso y de salida aun menos probable.

Cualquiera de nosotros podríamos convertirnos en una Eleanor Rigby, sólo tendríamos que sentrinos desauciados, desgraciados o desencantado con la vida.

Como culminación a este devaneo mío, ayer me enteré de la muerte de un compañero de trabajo de unos amigos, al cual encontraron un día despues de su muerte sólo en su piso y sin explicación aparente a su muerte y, aun menos, a su vida.

No pretendo promover los estilos de vida forzados de nadie con nadie. Hay épocas en nuestras vidas que debemos pasarlas solos para encontrarnos y otras las pasaremos por falta de compañía. Estar sólo no tiene nada que ver con vivir sólo. Estar sólo es no tener con quien compartir momentos. A veces nos obsesionamos con encontrar una persona con quien compartir nuestra vida, nos agarramos a cualquier posibilidad, por muy alejado que esté de lo que realmente necesitamos y, si no encontramos esa realidad de alguíen con quien sobre llevar la soledad nos hundimos en esta.

No estés solo. No estés mal acompañado. Si buscas, encuentras con quien compartir (se que al principio parece imposible dirigir una palabra a esa persona, pero si lo intentas, es mas fácil de lo que parece) y comparte tu vida congente que te aporte y a los que aportes y, si tienes la suerte de encontrar a alguien que además esté a tu lado y tu seas su lado, mejor.

http://www.deezer.com/track/15351

Eleanor Rigby (The Beatles)

Ah, look at all the lonely people
Ah, look at all the lonely people

Eleanor Rigby picks up the rice in the church where a wedding has been
Lives in a dream
Waits at the window, wearing the face that she keeps in a jar by the door
Who is it for?

All the lonely people
Where do they all come from ?
All the lonely people
Where do they all belong ?

Father McKenzie writing the words of a sermon that no one will hear
No one comes near.
Look at him working. Darning his socks in the night when there's nobody there
What does he care?

All the lonely people
Where do they all come from?
All the lonely people
Where do they all belong?

Eleanor Rigby died in the church and was buried along with her name
Nobody came
Father McKenzie wiping the dirt from his hands as he walks from the grave
No one was saved

All the lonely people
Where do they all come from?
All the lonely people
Where do they all belong?

domingo, 15 de junio de 2008

'A continuación GREASE...'

Las cuatro y media de la tarde. En la calle la temperatura se acerca a los cuarenta, aunque la mujer del tiempo diga que hoy llegamos en mi ciudad a los treinta y tres. Me he levantado tan tarde como mi aburrimiento de domingo me lo ha permitido. Me he preparado un plato de pasta que ya muchos quisieran para una comida romántica.

Después de la comida, la tele, un domingo por la tarde, normalmente comparable al resto de la semana pero sin el reclamo de la publicidad… pero cuando iba a apagar el aparatito veo ‘A continuación GREASE’ y claro, dije (sólo para mi, claro):

- Ahora si que lo apago…

Como era de esperar no lo apagué y me dediqué a ver como las cosas no cambian, ni en el cine ni la realidad. Las películas siguen marcando los mismos estereotipos, y la realidad también. El personaje de Travolta tiene su igual en las películas de adolescentes de hoy en día, aunque en las de hoy ya no se usa ni la gomina ni el buen gusto cinematográfico, pero en la realidad las cosas han cambiado mucho menos. Los adolescentes de hoy en día siguen los mismos patrones, ya se, follan antes, pero siguen las modas hasta el último extremo, generando el aspecto macarra, cani, kie, pijo, o como quiera que se llame en ese momento ese grupo de niños con las hormonas por las nubes y con ganas de echar su primer polvo, aunque hayan echado muchos antes.

Los ‘tíos’ siguen interesados en tirarse a la chica que se deje, aunque no le guste o diga que no le gusta, por el simple hecho de compartir con sus similares que lo ha hecho o que lo hace con asiduidad.

La ‘tías’ piensan, lo primero y la diferencia más importante con los ‘tíos’ y lo segundo, es que piensan lo mismo que los tíos pero no suelen dejarles que lo reconozcan.

Sus hábitos, su tendencia a la exageración en cuanto a la moda, a su lenguaje y a cualquier cosa que afecte a se vida es su modo de afrontar una época de su vida que sigue siendo igual de insoportable ahora que hace veinte años, aunque dicen que ahora se folla más…

Y por eso GREASE sigue siendo una deliciosa caricatura de esa época de la vida que nos marca para el resto, que genera traumas y comportamientos que rara vez se superan, para bien o para mal, y que casi tan pronto como la infancia, olvidamos o intentamos olvidar para ser esos adultos que juzgan, condenan y prohíben a sus hijos lo que ellos siempre desearon hacer.

Adolescente, disfruta y no te olvides de lo mal que lo pasas, pues serán los mejores recuerdos de tu vida si sigues el camino de tus padres y te conviertes en un adulto de esos que no recuerdan; si no, si eres como yo, no te preocupes, pues seguirás siendo un adolescente toda la vida con lo malo y, sobretodo, lo bueno de esta de un día a día cambiante y novedoso.

sábado, 14 de junio de 2008

'Piano, piano'*

Poco a Poco.

La sensación de montañero la tengo asimilada. Todo el mundo da por hecho que lo mío es el supuesto Mont Blanc. El supuesto Mont Blanc o Monte Bianco se da por hecho que es asequible y, realmente, creo que lo es. Y si bien es especialmente llamativo y me procuraría respeto y placer hacer cumbre, me puede más el Cervino o Matterhorn, que, aunque más técnico, con muchísimas más exigencias y con grandes posibilidades de fracaso, es el que realmente me motiva cada vez más. Por eso, y aun a riesgo de perecer en el intento, creo que me decantaré por el supuesto monte con forma de pirámide, el Cervino, que tiene lo que a mi me atrae, aunque, como ya he dicho, generalmente me parece fuera de mi alcance, si bien yo no quiero el supuesto Mont Blanc, quiero lo que quiero, o todo o nada, pero eso si 'piano, piano'*.


*Mi conocimiento del Italianoo es nulo y he trasladado fonéticamente una expresión que se que en competición quiere decir 'poco a poco' ...

viernes, 13 de junio de 2008

¡¡¡¡LOS UNICORNIOS EXISTEN!!!!

Hoy hemos sabido que los unicornios existen. Dicen que es un corzo italiano con una malformación genética. En ocasiones odio la ciencia, que tanto nos ha dado, por querer quitarnos los sueños y las fantasías que nos hacen ser más niños y menos adultos, que nos hacen soñar más despiertos y dormir más profundamente. Pues ¡que se joda la ciencia!, porque los unicornios existen. Y si los unicornios existen cualquier cosa puede pasar, hasta mis sueños y los tuyos (puede que alguno tu y yo coincidamos), aunque la ciencia hable de probabilidad, los envidiosos hablen de suerte, los que no tienen sueños por lograr de perseverancia yo hablo de unicornios.

Así que yo, con o sin permiso de la ciencia, juro ante el Word que soporta mis devaneos y el Mac que aguanta mis tecleos a cuatro dedos, que voy a seguir luchando por mis sueños, ya sea el que toma forma como el sensual cuerpo y la maravillosa mente de la mujer que me encandila o aquel de ser el artista en el cuerpo de un científico que me enjauló durante mucho tiempo y cuya piel de parafina estoy empezando a mudar porque…

¡¡¡¡LOS UNICORNIOS EXISTEN!!!!

jueves, 12 de junio de 2008

En vuelo chárter y sin escalas.

Hace un rato, mientras desayunaba, veía uno de esos programas culturales que a horas tan ilógicas, como las diez de la mañana, ponen en una televisión pública que ni busca (por sus resultados económicos) ni debería buscar competir a beneficios y audiencias con el mercado privado, una programación cultural, en ocasiones obsoleta y en otras aceptable que debería estar en horarios que niños y adultos curiosos pudieran disfrutar. En dicha programación, que gracias a mis aficiones noctámbulas suelo disfrutar cuando desayuno, hoy emitían un programa sobre Lorca y La huerta de San Vicente (Casa de Verano y de apartes de Poeta) se exponía la importancia de dicho autor a todos los niveles de la cultura de su época y cuyo legado trascendecie de nuestros días.

Esta larga introducción es para poner en antecedentes un hecho: como otras muchas veces, en la soledad de mis libros o en la compañía de más o menos amigos, cuando cambiábamos el mundo entre cerveza y cerveza, entre copa y copa o entre ... me planteaba cuan usada políticamente está la imagen de los autores andaluces, algunos de ellos alcance que supera cualquier tipo de alambre de pinchos o tela multicolor escudada y como de desconocida es dicha imagen y, por supuesto, una obra deliciosa, a veces dura, pero siempre maravillosa. Esto sólo es el extremo más apestoso de la INCULTURA de mi tierra, a la que quiero como se quiere a una familia como la de Bernarda Alba, es decir, se quiere y se odia casi a partes iguales. Mi tierra, se vanagloria de autores que no conoce, de monumentos que no visita, de playas que no cuida de no ser por obligaciones de banderas azules y de niños en edad de crecer por dentro y por fuera que desconocen, por desidia parental, docente y política, como su vida y la de sus ancestros está retratada de una manera maravillosa y por verdaderos artistas, que poco tienen que ver, al menos con la imagen actual, con las diversas Ferias, Rocios o Semanas Santas.

Como dijo una vez un escritor denostado por muchos, por ser 'progre' y poco reticente a callarse sus opiniones, y me refiero a Arturo Pérez Reverte, Sevilla, y que yo lo estrapolo a Andalucía, "sigue resignada a ser una pequeña ciudad - región - onanista y a veces analfabeta" ('El ombligo de Sevilla'. ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal | 17 de abril de 2005 ).

Por eso, si seguimos mirandonos al ombligo dirigidos por las manos de unos pocos y, lo que es peor, dejamos que nuetros futuros adultos sean igual o más borricos que nosotros, los actuales, estamos condenados a vivir de un turismo de sol y playa, que se escapará, primero a los Balcanes y después a otros sitios de precio humillante para los autóctonos que los reciben con más recelo que alegría. Ese turismo, base total de la economía que aplaude al estafador, que protege al corrupto por acostarse con la folclórica, será el que algún día lloraremos y no sabremos como despegarnos de algo que ya no está y que llegó cuando el dictador de metro y medio hundía este pais, con el beneplácito de su población, en la miseria, y todo se irá de la misma manera que llegó, en vuelo chárter y sin escalas.

Como Leon Werth.

Tener hijos es como la buena pornografía. Cuando ves porno esperas ver cosas que no has podido, que hace tiempo que no haces o que te gustarían hacer.
Cuando se tienen hijos se suele proyectar lo que a uno le hubiera gustado ser o llevar a cabo o, en este caso, se intenta que los vástagos no cometan los mismos errores que sus padres para que estos nuevos proyectos de adultos lleguen a ser lo que ellos no han sido. Suele ser el error de la mayor parte de los padres y todo esto lleva a las generaciones contiguas a estar en un conflicto constante, pues uno ve en el hijo su último cartucho para ser lo que no fue mientras el otro ve en su padre el mayor impedimento de ser él mismo.
Por que todos, como hijos, necesitamos equivocarnos, elegir nuestro camino y, si bien es cierto que la experiencia paterna puede ayudarnos a ser mejores y a vivir mejor (no siempre esta parece ser la norma más habitual) no es suficiente para que las generaciones nuevas permitan que las ‘adultas’ les hurten su rol y sus experiencias vitales más personales.

Así que, los que ya sois padres pensad, como en la dedicatoria a León Werth en el principito, que una vez fuisteis niños, a los que lo seáis algún día tomad nota de alguien que, por su día a día convive con el conflicto y los niños, no penséis en cuando seáis adultos, pues ya tendréis tiempo de lamentar serlo.

miércoles, 11 de junio de 2008

El acicate

Vivir consiste en quejarse de cosas sin importancia hasta que un día nos pasa algo importante y vemos la realidad de nuestras antiguas quejas. Ese día todo ocupa su sitio, en algunos casos es tarde, en la mayoría es el mejor momento, por eso, la mayoría necesitamos el acicate de un aviso para empezar a vivir de verdad.

martes, 10 de junio de 2008

Un 'casi na'.

No hace muchos años, en una cena familiar, le dije algo a mi madre que en muchas ocasiones le había comentado a mi hermano:

- Mama ¿a mi por qué no me gusta el fútbol como a los demás, en vez de montar en moto, subir montañas o viajar?

Mi madre rió y me dijo, siguiendo la broma, que me sucedía esto porque venia de gente ‘bien’ y que me gustaba vivir como a ellos.

Sin denostar a los amantes del balompédico deporte, ni la explicación aparentemente sarcástica de mi madre, yo, realmente, no quería saber el por qué científico, y, para ser sincero, no quería conocer ningún por qué. Cuando lancé esa pregunta que tantas veces había lanzado, sólo me quejaba y a la vez disfrutaba de mi condición de curioso empedernido y enganchado a lo novedoso y a todo aquello que me aporte cualquier cosa positiva a cualquier plazo de tiempo.

Mi vida, en todos sus aspectos, es idéntica a mis aficiones. En cuanto al trabajo, me canso en breve, no aguanto a los jefes, creé mi empresa para dedicarme a lo que creía más me gustaba hace casi seis años sin aguantar órdenes. Hace casi uno puse en marcha mi segunda empresa (todo ello sin ayudas externas y sin dineros ajenos a los conseguidos por mi y mi afán) y todo mezclado siempre, y también revuelto, con mis aficiones: fotografía, literatura y, por supuesto, cine.

Lo mezclo todo, y se ha dado alguna vez el caso de que alguien me ha preguntado a que me dedico y no he sabido que responder ¿fotógrafo? lo soy, ¿publicitario? lo soy ¿guionista? lo soy ¿director? lo soy ¿maestro? lo soy ¿empresario? lo soy… todas estas cosas con trabajos, en mayor o menor grado, que las respaldan.

El ‘no va más’ de mi exigencia, mi inconformismo y mi deseo de lo complejo, que no lo complicado, es el tema de las relaciones sociales y personales. Los amigos los quiero inteligentes siempre, borrachos cuando sea el momento, curiosos a juego con la inteligencia y, sobre todo, amigos. Y, el caso extremo en las relaciones sociales es el tema que se refiere a las féminas, pues, lo siento por mis enamorados hombres pero soy hetero. En lo referente a las mujeres las quiero con los mismos atributos que a los amigos, sumando a ello que deseen verme cada minuto, que se les corte la respiración cuando me ven y que deseen follar a todas horas y en cualquier lugar, es decir (y como solemos decir por estos lares) ‘casi na’.

Así soy yo, un ‘casi na’. Complejo, que no complicado.

domingo, 8 de junio de 2008

Un regalo encima de la mesa.

He encontrado un regalo encima de la mesa. Su envoltorio es curioso y delicioso a la vez. No se lo que contiene. Pero llama la atención. No se si es de alguien, pero está en la mesa. Lo abro con cuidado, de manera ordenada para luego poder envolverlo y dejarlo como estaba, es curioso. Nunca he sido ordenado, pero me ha llamado tanto la atención que temo no volver a dejarlo intacto, porque… ¿y si no es para mi…?

El regalo sigue ahí, después de abrirlo veo que tiene un envoltorio adicional que si retiro me tendré que responsabilizar si dicho regalo no me pertenece, pues nunca será mío y tampoco quedará como estaba… pero si quiero que sea mío debo eliminar ese plástico transparente. Me gusta lo que veo bajo el envoltorio que no esconde nada, que sólo lo protege frente a demasiadas manos.

Es un regalo perfecto, es lo que necesito y, sobre todo, lo que deseo desde hace más tiempo del que me gustaría reconocer.

No se si me pertenece. Me gustaría que alguien me dijera que sí, que es para mi, pero me da la sensación que nadie va a aparecer.

Aparece alguien. Me dice que no es mío, pero es obvio que me miente, le gusta el regalo y lo quiere para si, yo lo espanto, pero todavía no se si es para mi ¿o yo para el?

Creo que es el regalo el que me tiene que elegir a mi o ¿quizás debería quitarle el envoltorio para que me vea?, pero ¿y si al quitar el envoltorio me doy cuenta que no es para mi o no le pertenezco yo a el? Tiene una tarjeta, seguro que contiene el nombre del destinatario, pero si no quito el envoltorio no la podré leer.

El regalo me gusta y creo que le quitaré el envoltorio, aun con la posibilidad de que no sea para mí. Al menos se que si es para mi lo quiero sin envoltorio…

Hemos cambiado...

...el café con leche por el latte de starbucks. El SEAT 127 por el todoterreno coreano. Los hombres se cuidan como mujeres y las mujeres conducen como hombres.

Los hombres, en vez de volvernos más sensibles, nos da por echarnos cremas para seguir siendo tan insensibles como siempre.

Las mujeres fuman más que nosotros y conducen peor si cabe.

Nos imitamos en lo peor, en el miedo a la arruga y al ser segundos en una carrera sin premios. Nos da miedo envejecer junto a alguien o, al menos, permitir la posibilidad de ello. Asimilamos los vicios dañinos y los perjuicios que se han convertido en costumbres en vez de los vicios que nos hacen querer a los otros…

¿Por qué no nos imitamos en la dulzura, en la sensibilidad o en la perseverancia?¿Por qué no aprendemos a mirarnos a los ojos en vez de por encima del hombro? ¿Por qué no hablamos con la persona que compartimos cama o mesa de desayuno en vez de gritarnos en los atascos del martes por la mañana?

Creo que no lo hacemos porque tenemos miedo a descubrir que estamos enamorados o que podemos estarlo en el más amplio sentido de la palabra, pues el que está en frente, seguramente, está más cerca de ser nuestro amante que nuestro enemigo y sucede que el odio y la crueldad creemos controlarlo y sabemos que el amor nos controla a nosotros y nos hace perder deliciosamente nuestro control sobre lo que nos rodea.

jueves, 5 de junio de 2008

Starbucks. Martes.

El esperaba en la puerta. Es casi un clon mío pero más feo, algo heavy, pero con pelo corto. Se ha puesto unos vaqueros, la camiseta que cree que le puede gustar a ella. Ha llegado antes de tiempo, aunque siempre farda de llegar tarde a todos lados.

Ella llegó tarde a conciencia, le costó, ella siempre es puntual, pero debía hacerlo esperar, o más bien esperaba que él llegara tarde por su acostumbrada impuntualidad. Se ha puesto su mejor y más informal traje.

Ambos se sientan en sillones paralelos, el mejor y peor cartel de sus intenciones. Hablan de cosas insignificantes, se refieren a conocidos, ella habla de lo guapa que es una amiga suya, él le da la razón ¡Joder!

Ella le dice que tiene la espalda hecha una mierda. El se ofrece a darle un masaje. Ella, con una risa medio histérica, y contenida a la vez, acepta. El le da el masaje, guardando la distancia, pero oliendo su pelo rojo, artificial y encantador para el, desde medio metro.

El le pregunta si no se queda dormida con el efecto relajante. Ella reconoce el efecto del masaje, si bien no dice cual. Ambos intentan esquivar algo que debería ser inevitable, pero que a la gente como ellos, la mayoría, lo inevitable suele ser totalmente evitado.

El mejor momento viene cuando ambos se callan y dejan de decir tonterías. No se miran pero se observan hasta la saciedad. Alguien nos debería avisar de cuando debemos de dejar de hablar y observar, si bien nadie necesita que le digan cuando quiere besar, pero a todos nos gustaría saber cuando podemos, al menos esa primera vez.

Los dos quieren besarse, pero necesitan una autorización de nadie. El miedo, a no se que, los para. Miedo a hacer el ridículo, pero ¿ridículo de que? ¿de desear alguien? ¿de desear? ¿de algo más o de un deseo simplemente a follar?¿de que la gente sepa que se desean, que follan?¿de saberse vulnerables porque cuando se desea o se quiere no se está a la defensiva?¿de hacerse vulnerables frente al otro?¿de fracasar?

Ese miedo es una mierda. Hace que la gente no sea feliz.

El miedo se ha convertido en el componente que la selección natural ejerce sobre el ser humano, puesto que los medios físicos no han sido efectivos.

El miedo hace que no demos pasos en la vida. El miedo hace que no hagamos lo que deseamos, o peor, que ni lo intentemos.

El miedo es el hijo legítimo de la precaución, porque si fuera ilegítimo lo ignoraría y se convertiría en esa sensación tan agradable que hace que las pulsaciones nos lleguen a la garganta y nos hagan casi vomitar.

Hemos sustituido, la mayoría, esa sensación de desear, de amar, de follar… de vivir, por miedos más cotidianos, más superfluos, que son como la masturbación en comparación a un buen polvo, nos quitan la tensión repentina ante ese deseo, pero dura poco y, por supuesto, no tiene ni la milésima parte de diversión.

Unos nos dedicamos a saltar de puentes – con cuerdas, por supuesto – o subir montañas o correr con la moto. Otros a afiliarse a equipos de fútbol en cuyos recintos se permite a las mujeres que insulten o llorar a los hombres sin que vaya en detrimento de su rol.

Tenemos más miedo a amar y, sobretodo, a nos ser correspondido que al suicido o a cualquier tipo de muerte, sobre todo si es físicamente indolora.

El aquí firmante está hasta los cojones y, por ello, pido a quien lea esto que bese cuando lo desee y que folle cuando lo dejen y que sólo use la masturbación cuando lo primero no lo lleve a lo segundo.

Por eso, desea, besa, folla, o sea, vive.

Devaneos IV

Sábado vírico.

Son las dos de la tarde. Un sábado de noviembre y tengo un trancazo de un par de cojones por un virus que dicen que me puede afectar al hígado, al bazo y no se que más…, bueno, siguiendo con la retahíla, aquí estoy, como los síntomas son un poco cabrones, me he venido a sufrirlo un par de días a casa de mis padres para que me agasajen con sopitas y mimos al cincuenta por ciento.

Pues eso, aquí estoy escribiendo esto porque he mirado la cartelera del Digital y he visto que ponen ‘Atrapado por su pasado’ de Brian De Palma con Al Pacino… y todo esto viene a que me he llevado una alegría tremenda, como la que se puede llevar uno cuando una chica, (o chico, la elección y la erección son libres) a la que no ve hace tiempo y que creía que pasaba de uno, lo llama para tomar café. Todo ello me ha recordado lo que hablaba hace ya muchos años con mi hermano, Jesús, y un amigo, Chico, en relación con la superior fiabilidad de las motos (todos éramos y somos moteros a mucha honra) frente a la fiabilidad y el daño que hacen las mujeres, y como todos estábamos de acuerdo que preferíamos a las máquinas de dos ruedas que a las damas de dos… Por eso he recordado la sensación, y creo, ahora lo creo, antes pensaba que éramos pocos lo que lo sentíamos (antes era más prepotente que ahora, aunque parezca increíble para los que me conozcan) y a día de hoy se que nos pasa a la mayoría de los humanos, que enfocamos nuestras aspiraciones en escalafones algo más fáciles, menos dolorosos y menos gratificantes de lo que nos gustaría, y que por eso las cosas van así, porque tenemos deseos insatisfechos, porque no follamos suficiente, porque no montamos en moto lo que el cuerpo nos pide o porque no vemos las buenas películas…

Sea lo que sea en esta vida no tenemos que descartar tener lo mejor o, al menos, luchar por ello porque así siempre lo veremos más cerca que ayer…

Yo no pienso dejar ni lo de las mujeres, ni las motos, ni el cine. Tú haz lo que quieras, aunque dicen que nadie aprende con los errores de los demás, yo, que he cometido el error y no soy egoísta lo comparto contigo.

Lo dicho ‘Carpe Diem con disco duro’

Devaneos III

Yo me conozco. Soy un tío que un día, no hace mucho tiempo, me prometí una cosa: pelear por los sueños disfrazados de ambición y deshacerse de las ambiciones disfrazadas de jugosos y mercantiles proyectos de futuro. Ahora estoy enfrascado en la absorción que le genera uno de esos proyectos de futuro mercantiles, éste, me paga el alquiler, me permite vivir como creo que tenerlo merecido después de haberlo pasado bastante mal durante muchos años (y no me falta razón…). Pero cuando escribo esto, pienso, y mañana espero poder actuar (lo de mañana no es un eufemismo, son la 1:10 de la mañana, pues no he parado de currar y debo de tener 39 o 40 de fiebre…) así que espero mañana ser efectivo en mi decisión de luchador máximo y no de peleón del montón (aunque promete el proyecto mercantil que me tiene atrapado con salida) y ser capaz de no desechar el proyecto sin que me quite ni una pizca de tiempo ni de energía dedicable a mis sueños, personales y profesionales.

Devaneos II

Muchas veces, paseando por el campo la gente con la que voy me pregunta cual es el nombre de aquel pájaro o como se llama ese arbusto con esas flores tan naranjas.

Yo, bromeando, les pregunto que por qué a mi, que ¿por qué no le preguntan a otro? Ellos, con bastante razón, dicen que porque soy biólogo y digo que bastante razón y no toda porque, como les explico a ellos, soy biólogo de “bata”, o sea, de laboratorio (a los de campo les llamábamos en la facultad de ‘botas’, éramos futuros biólogos, no futuros humoristas, aun así me gusta el juego de palabras), por eso no tengo porque saber que es aquello…

Algunos se quedan cortados, los más me preguntan que si no se me quedó algo, que si no me gusta… la verdad que algo se me quedó, pero lo principal es que me encanta pasear por la naturaleza, ver animales, árboles frondosos o pajareras peladas… y por eso me abstengo de saber de animales ni de árboles.

Me gusta pasear como aquellos que no tenían ni querían saber, los que disfrutaban viendo al buitre subir en una corriente cálida o como suena un árbol frente a un vendaval. No quiero saber, porque a mí, eso, me hace perderle el encanto a las cosas. Hay gente que sabe el nombre de todos los pájaros de su entorno. Otros conocen cada uno de los detalles de las hojas y cortezas de los árboles que ve, pero para mí eso es lo que hace que parcialices las cosas y las extraigas de su mágico equilibrio… pero así soy yo.

Lo mismo pasa con el cine… Hay verdaderos eruditos que conocen la fecha en la que se estrenó la segunda película de tal o cual director que solamente es conocido por gente como él y alguno más, pero que se fijan tanto en los detalles de porqué no se nota un plano secuencia al comienzo de Sed de Mal que pierden toda la referencia de la belleza de una obra de arte que va más allá de la técnica y que si la desglosas es como si metes en un ordenador las curvaturas de un cuadro de Van Gohg o Münch…

Valorar las cosas más allá de la simple atracción sensorial que nos trasmiten, parece ser, en la mayoría de los casos, un refugio necesario para muchos en algo en lo que intentan ser el mejor, al menos en su ámbito personal, como un reflejo del ser competitivo que no hemos dejado de ser y como un pavo que enseña sus plumas para aparearse…

No juzgo a esa gente especializada. Sólo opino que, a veces, dejarse llevar por lo sensorial, disfrutar de la vida y no controlarla a todos los niveles, aunque sea en un solo tema, constituye un grado de libertad y al mismo tiempo de inseguridad que, si bien es muy difícil de soportar conlleva grandes e inigualables satisfacciones…

Devaneos I

A estas alturas de mi ebriedad, claramente no se que escribo. Como ya ha quedado claro estoy ebrio y, sobre todo, si estoy escribiendo esto, sólo.

Lo que me importa realmente en esta vida es lo que no soy capaz de ser, porque lo que soy ya lo tengo o superado o reconvertido en algo bueno.