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viernes, 18 de diciembre de 2009

Un diálogo.


“ - DORWORTH (BURT LANCASTER): Nada es para siempre, excepto la muerte. Pregúntale a Fierro, a Francisco,… a todos aquellos del cementerio de los hombres sin nombre.
- RAZA (JACK PALANCE).- Todos ellos murieron por un ideal.
- DORWORTH: ¿La revolución?¡Ja! Cuando el tiroteo termina los muertos se entierran y los políticos entran en acción, y el resultado es siempre igual, una causa perdida…
- RAZA.- Así que, tu quieres la perfección o nada… ¡Ah! ¡Eres demasiado romántico, amigo! La revolución es como la más bella historia de amor, al principio ella es una diosa, una causa pura, pero todos los amores tienen un terrible enemigo, el tiempo. Tu la ves tal como es… la revolución no es una diosa, si no una mujerzuela… nunca ha sido pura, ni virtuosa, ni perfecta… Así que huimos, encontramos otro amor, otra causa, pero sólo son asuntos mezquinos… lujuria, pero no amor, pasión pero sin compasión, y sin un amor, sin una causa ¡no somos nada! Nos quedamos porque tenemos fe, nos marchamos porque nos desengañamos, volvemos porque nos sentimos perdidos, morimos porque es inevitable.”

‘Los Profesionales’ (Richard Brooks,1966)

viernes, 13 de junio de 2008

¡¡¡¡LOS UNICORNIOS EXISTEN!!!!

Hoy hemos sabido que los unicornios existen. Dicen que es un corzo italiano con una malformación genética. En ocasiones odio la ciencia, que tanto nos ha dado, por querer quitarnos los sueños y las fantasías que nos hacen ser más niños y menos adultos, que nos hacen soñar más despiertos y dormir más profundamente. Pues ¡que se joda la ciencia!, porque los unicornios existen. Y si los unicornios existen cualquier cosa puede pasar, hasta mis sueños y los tuyos (puede que alguno tu y yo coincidamos), aunque la ciencia hable de probabilidad, los envidiosos hablen de suerte, los que no tienen sueños por lograr de perseverancia yo hablo de unicornios.

Así que yo, con o sin permiso de la ciencia, juro ante el Word que soporta mis devaneos y el Mac que aguanta mis tecleos a cuatro dedos, que voy a seguir luchando por mis sueños, ya sea el que toma forma como el sensual cuerpo y la maravillosa mente de la mujer que me encandila o aquel de ser el artista en el cuerpo de un científico que me enjauló durante mucho tiempo y cuya piel de parafina estoy empezando a mudar porque…

¡¡¡¡LOS UNICORNIOS EXISTEN!!!!

domingo, 8 de junio de 2008

Hemos cambiado...

...el café con leche por el latte de starbucks. El SEAT 127 por el todoterreno coreano. Los hombres se cuidan como mujeres y las mujeres conducen como hombres.

Los hombres, en vez de volvernos más sensibles, nos da por echarnos cremas para seguir siendo tan insensibles como siempre.

Las mujeres fuman más que nosotros y conducen peor si cabe.

Nos imitamos en lo peor, en el miedo a la arruga y al ser segundos en una carrera sin premios. Nos da miedo envejecer junto a alguien o, al menos, permitir la posibilidad de ello. Asimilamos los vicios dañinos y los perjuicios que se han convertido en costumbres en vez de los vicios que nos hacen querer a los otros…

¿Por qué no nos imitamos en la dulzura, en la sensibilidad o en la perseverancia?¿Por qué no aprendemos a mirarnos a los ojos en vez de por encima del hombro? ¿Por qué no hablamos con la persona que compartimos cama o mesa de desayuno en vez de gritarnos en los atascos del martes por la mañana?

Creo que no lo hacemos porque tenemos miedo a descubrir que estamos enamorados o que podemos estarlo en el más amplio sentido de la palabra, pues el que está en frente, seguramente, está más cerca de ser nuestro amante que nuestro enemigo y sucede que el odio y la crueldad creemos controlarlo y sabemos que el amor nos controla a nosotros y nos hace perder deliciosamente nuestro control sobre lo que nos rodea.

jueves, 5 de junio de 2008

Starbucks. Martes.

El esperaba en la puerta. Es casi un clon mío pero más feo, algo heavy, pero con pelo corto. Se ha puesto unos vaqueros, la camiseta que cree que le puede gustar a ella. Ha llegado antes de tiempo, aunque siempre farda de llegar tarde a todos lados.

Ella llegó tarde a conciencia, le costó, ella siempre es puntual, pero debía hacerlo esperar, o más bien esperaba que él llegara tarde por su acostumbrada impuntualidad. Se ha puesto su mejor y más informal traje.

Ambos se sientan en sillones paralelos, el mejor y peor cartel de sus intenciones. Hablan de cosas insignificantes, se refieren a conocidos, ella habla de lo guapa que es una amiga suya, él le da la razón ¡Joder!

Ella le dice que tiene la espalda hecha una mierda. El se ofrece a darle un masaje. Ella, con una risa medio histérica, y contenida a la vez, acepta. El le da el masaje, guardando la distancia, pero oliendo su pelo rojo, artificial y encantador para el, desde medio metro.

El le pregunta si no se queda dormida con el efecto relajante. Ella reconoce el efecto del masaje, si bien no dice cual. Ambos intentan esquivar algo que debería ser inevitable, pero que a la gente como ellos, la mayoría, lo inevitable suele ser totalmente evitado.

El mejor momento viene cuando ambos se callan y dejan de decir tonterías. No se miran pero se observan hasta la saciedad. Alguien nos debería avisar de cuando debemos de dejar de hablar y observar, si bien nadie necesita que le digan cuando quiere besar, pero a todos nos gustaría saber cuando podemos, al menos esa primera vez.

Los dos quieren besarse, pero necesitan una autorización de nadie. El miedo, a no se que, los para. Miedo a hacer el ridículo, pero ¿ridículo de que? ¿de desear alguien? ¿de desear? ¿de algo más o de un deseo simplemente a follar?¿de que la gente sepa que se desean, que follan?¿de saberse vulnerables porque cuando se desea o se quiere no se está a la defensiva?¿de hacerse vulnerables frente al otro?¿de fracasar?

Ese miedo es una mierda. Hace que la gente no sea feliz.

El miedo se ha convertido en el componente que la selección natural ejerce sobre el ser humano, puesto que los medios físicos no han sido efectivos.

El miedo hace que no demos pasos en la vida. El miedo hace que no hagamos lo que deseamos, o peor, que ni lo intentemos.

El miedo es el hijo legítimo de la precaución, porque si fuera ilegítimo lo ignoraría y se convertiría en esa sensación tan agradable que hace que las pulsaciones nos lleguen a la garganta y nos hagan casi vomitar.

Hemos sustituido, la mayoría, esa sensación de desear, de amar, de follar… de vivir, por miedos más cotidianos, más superfluos, que son como la masturbación en comparación a un buen polvo, nos quitan la tensión repentina ante ese deseo, pero dura poco y, por supuesto, no tiene ni la milésima parte de diversión.

Unos nos dedicamos a saltar de puentes – con cuerdas, por supuesto – o subir montañas o correr con la moto. Otros a afiliarse a equipos de fútbol en cuyos recintos se permite a las mujeres que insulten o llorar a los hombres sin que vaya en detrimento de su rol.

Tenemos más miedo a amar y, sobretodo, a nos ser correspondido que al suicido o a cualquier tipo de muerte, sobre todo si es físicamente indolora.

El aquí firmante está hasta los cojones y, por ello, pido a quien lea esto que bese cuando lo desee y que folle cuando lo dejen y que sólo use la masturbación cuando lo primero no lo lleve a lo segundo.

Por eso, desea, besa, folla, o sea, vive.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Como un personaje creado por Woody Allen...

...así me sentí el otro día. Te cuento.

El otro día, fui a ver a una amiga a la que conocí hace tiempo, la cosa es que, en su momento, pudo haber algo entre nosotros y no lo hubo, por mi culpa.

Recientemente retomamos el contacto y decidimos vernos de nuevo. Sin entrar en mas detalles, quedamos en su ciudad (vivimos cerca pero en ciudades diferentes. La idea y el fin del encuentro (creo que por ambas partes) estaba clara y no hace falta mucha imaginación. Pero, a lo que iba, después de ir a dejar las cosas a mi hotel, nos fuimos a tomar un café, me dice que en breve llegará una amiga suya. Cuando llega su amiga y la veo me da un vuelco el corazón, no la conocía pero la miré como si la conociera y deseara conocerla de toda la vida.

En toda la noche no pude de dejar de pensar en ella, no pude de dejar de mirarla. Ella era lo más bonito que yo había visto nunca (ya se, tópico, pero como en mi vida yo soy juez y parte de lo que veo ella es lo más lindo que he visto y no hay discusión posible).

Aquella noche, intenté esquivar disimuladamente a la chica - a la que yo iba a ver originariamente -, algo que creo que ambas percibieron. Yo (de autoestima débil a lo que doy 'gracias' a mi infancia) percibí (creo) interés de mi recien hayada princesa por mi persona (suena rancio, sobre todo de boca de un republicano confeso, pero, que le voy a hacer, me da lo mismo).

Pasé una noche estupenda, sobre todo por su presencia, lo único que me sobraba, aunque suene cruel, era la amiga común, un encanto, pero a miles de años luz de lo que yo empezaba a sentir por mi más reciente conocida.

La noche se estiró hasta las seis de la mañana. Hablamos, nos dejamos mojar por la lluvia paseando, bebimos y nos tocamos (nada lascivo) pero dañino para mi corazón, si este tuviera problemas, por los botes que daba cuando ella se acercaba. Es decir, me enamoré. No me avergüenza reconocer alo que simplemente pasó y que hubiera sido perfecto de no ser porque cumplía el tópico de que tres son multitud, y eso es lo que éramos, tres y multitud.


La noche terminó, deje a mi querida princesa en su casa y me fui paseando a mi hotel en la compañía de la amiga original que tenía ganas de algo más que de un par de besos de despedida, algo que yo no le di (lo que ella quería además de los besos, claro) y se fue a casa compuesta y sin... Desde entonces no puedo quitarmela de la cabeza, a mi princesa, y sueño, dormido y despierto, en estar con ella.

Mientras, su/mi amiga, la presentadora de ambos, no deja de llamarme y yo, que huí despavorido al día siguiente, sin el teléfono de mi princesa, pero si con su correo, intento quedar con ella para ser feliz...

Te tendré informado...