Hace un rato, mientras desayunaba, veía uno de esos programas culturales que a horas tan ilógicas, como las diez de la mañana, ponen en una televisión pública que ni busca (por sus resultados económicos) ni debería buscar competir a beneficios y audiencias con el mercado privado, una programación cultural, en ocasiones obsoleta y en otras aceptable que debería estar en horarios que niños y adultos curiosos pudieran disfrutar. En dicha programación, que gracias a mis aficiones noctámbulas suelo disfrutar cuando desayuno, hoy emitían un programa sobre Lorca y La huerta de San Vicente (Casa de Verano y de apartes de Poeta) se exponía la importancia de dicho autor a todos los niveles de la cultura de su época y cuyo legado trascendecie de nuestros días.
Esta larga introducción es para poner en antecedentes un hecho: como otras muchas veces, en la soledad de mis libros o en la compañía de más o menos amigos, cuando cambiábamos el mundo entre cerveza y cerveza, entre copa y copa o entre ... me planteaba cuan usada políticamente está la imagen de los autores andaluces, algunos de ellos alcance que supera cualquier tipo de alambre de pinchos o tela multicolor escudada y como de desconocida es dicha imagen y, por supuesto, una obra deliciosa, a veces dura, pero siempre maravillosa. Esto sólo es el extremo más apestoso de la INCULTURA de mi tierra, a la que quiero como se quiere a una familia como la de Bernarda Alba, es decir, se quiere y se odia casi a partes iguales. Mi tierra, se vanagloria de autores que no conoce, de monumentos que no visita, de playas que no cuida de no ser por obligaciones de banderas azules y de niños en edad de crecer por dentro y por fuera que desconocen, por desidia parental, docente y política, como su vida y la de sus ancestros está retratada de una manera maravillosa y por verdaderos artistas, que poco tienen que ver, al menos con la imagen actual, con las diversas Ferias, Rocios o Semanas Santas.
Como dijo una vez un escritor denostado por muchos, por ser 'progre' y poco reticente a callarse sus opiniones, y me refiero a Arturo Pérez Reverte, Sevilla, y que yo lo estrapolo a Andalucía, "sigue resignada a ser una pequeña ciudad - región - onanista y a veces analfabeta" ('El ombligo de Sevilla'. ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal | 17 de abril de 2005 ).
Por eso, si seguimos mirandonos al ombligo dirigidos por las manos de unos pocos y, lo que es peor, dejamos que nuetros futuros adultos sean igual o más borricos que nosotros, los actuales, estamos condenados a vivir de un turismo de sol y playa, que se escapará, primero a los Balcanes y después a otros sitios de precio humillante para los autóctonos que los reciben con más recelo que alegría. Ese turismo, base total de la economía que aplaude al estafador, que protege al corrupto por acostarse con la folclórica, será el que algún día lloraremos y no sabremos como despegarnos de algo que ya no está y que llegó cuando el dictador de metro y medio hundía este pais, con el beneplácito de su población, en la miseria, y todo se irá de la misma manera que llegó, en vuelo chárter y sin escalas.
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