viernes, 21 de octubre de 2011

A lo único que un niño debería enfrentarse cada mañana.


Hace muchos años, cuando todavía pensaba que de mayor iba a ser no-se-que que ya en parte soy y que el mundo real era como las películas que mis padres me dejaban ver, me levantaba entre semana bajo la insistencia de mi madre y mi ruego para que me dejase en mi cama cinco minutos más.

Me levantaba sin ganas y con frío, aunque mi madre ponía una pequeña estufa para que mi hermano y yo nos sintiéramos algo menos intimidados para comenzar a desnudarnos y vestirnos antes de desayunar e ir al colegio, aunque a veces el frío era tan intenso, al menos para nosotros, que terminábamos yendo al colegio con el pijama bajo los pantalones.

Antes de coger la maleta desayunábamos viendo algunos dibujos animados en la recientemente instaurada programación matutina de televisión española. Durante esos quince o veinte minutos de deleite, con tostada de pan bimbo y café descafeinado, reíamos mi hermano y yo ante las trastadas que Bugs Bunny le hacía al cazador de turno.

Lo que hoy me ha hecho recordar eso no ha sido un chute nostalgia al uso. Hoy he recordado que en muchas, muchísimas de aquellas ocasiones, siempre demasiadas, la emisión de los dibujos animados se veía interrumpida por un avance informativo en el que decían que tal militar había sido volado por los aires por la explosión de una bomba, tal niña había quedado amputada por la explosión de otra o que aquel policía había sido asesinado con un tiro en la nuca. Aquellos avances informativos fueron parte de mi día a día y del de los de mi generación de tal manera que parecían algo indisoluble de nuestras vidas. Poco a poco los días en los que se emitían aquellos avances comenzaron a distanciarse en el tiempo hasta que ayer supe que puede que no volviera a ver un avance de esos nunca mas.

Los terroristas de ETA han comunicado su fin. Queda mucho por hacer, pero creo que hoy se que los hijos que todavía no tengo verán de un tirón y sin que su risa desaparezca de sus caras los dibujos animados mientras desayunan para ir al colegio donde se enfrentarán únicamente a lo que un niño debería enfrentarse cada mañana.

jueves, 6 de octubre de 2011

"Dios ha muerto"


Dijo mi amigo Federico una vez.

"El dinero no da la felicidad" Ha dicho mi madre.

La primera frase se me ha venido a la mente, eso si, sin vena mística, cuando me he enterado de la muerte de Steve Jobs. La segunda frase la ha soltado mi madre cuando se ha enterado de la misma muerte.

La verdad es que ambos, Federico y mi madre tienen razón.

Mi madre dice que ese hombre que ha muerto de un cancer de páncreas no ha podido hacer nada para alargar su vida a pesar del dinero que tiene. Yo le he explicado que, salvo ese particular y dramático hecho, su vida no ha sido un suplicio, puesto que ha hecho fortuna y, sobre todo, ha hecho lo que quería hacer.

Lo de Nietzsche creo que tambien tiene razón. O a lo mejor no. Puede que se haya creado un Dios. Ejemplo de esto es el cristianismo. Si los cristianos crearon una religión con un solo Dios en dos mil años, mil de ellos sin imprenta y mil de ellos con ella, no quiero pensar que va ha ser del buenos de Steve, vestido de negro, con Facebook, Twiter,... y, sobre todo, porque somos muchos los que casi idolatramos la manzana mordida y muchos mas los que sin el casi.

Steve, muchas gracias. Descansa.