domingo, 8 de junio de 2008

Hemos cambiado...

...el café con leche por el latte de starbucks. El SEAT 127 por el todoterreno coreano. Los hombres se cuidan como mujeres y las mujeres conducen como hombres.

Los hombres, en vez de volvernos más sensibles, nos da por echarnos cremas para seguir siendo tan insensibles como siempre.

Las mujeres fuman más que nosotros y conducen peor si cabe.

Nos imitamos en lo peor, en el miedo a la arruga y al ser segundos en una carrera sin premios. Nos da miedo envejecer junto a alguien o, al menos, permitir la posibilidad de ello. Asimilamos los vicios dañinos y los perjuicios que se han convertido en costumbres en vez de los vicios que nos hacen querer a los otros…

¿Por qué no nos imitamos en la dulzura, en la sensibilidad o en la perseverancia?¿Por qué no aprendemos a mirarnos a los ojos en vez de por encima del hombro? ¿Por qué no hablamos con la persona que compartimos cama o mesa de desayuno en vez de gritarnos en los atascos del martes por la mañana?

Creo que no lo hacemos porque tenemos miedo a descubrir que estamos enamorados o que podemos estarlo en el más amplio sentido de la palabra, pues el que está en frente, seguramente, está más cerca de ser nuestro amante que nuestro enemigo y sucede que el odio y la crueldad creemos controlarlo y sabemos que el amor nos controla a nosotros y nos hace perder deliciosamente nuestro control sobre lo que nos rodea.

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