Me río cuando los políticos hablan de “nosotros los demócratas”. No por ellos (no me hacen ni puta gracia), si no por la ironía de que den por hecho de que estamos en una democracia.
En la democracia de la que según ellos formamos parte es necesario tener muchos millones de votos para que te mencionen en los medios de comunicación públicos, ya que los espacios de propaganda y, lo que es peor aun, las noticias en los informativos están controladas en tiempo y mención por una supuesta comisión electoral, o sea, que para que informen de que existes tienes antes que instalarte entre los tres primeros, algo que infringe el derecho de información. Como se verá esto va en contra de las más elementales normas de equidad, porque la democracia debe ser igualdad y no proporcionalidad manejada. Para colmo, si se indaga en el sistema de conteo electoral, se ve como no por uno ser muy votado en todo el país te garantiza tener un escaño de diputado, por lo que muchas fuerzas políticas que alcanzan un número importante de seguidores ni siquiera aparecen en el supuesto templo de los “demócratas” y mucho menos en los informativos.
Por otro lado, los mencionados demócratas de una democracia más incoherente que la democracia de los griegos (en aquella las mujeres no votaban, había esclavos,…, en esta no votan los no nacidos aquí aunque vivan y trabajen en este país, hay esclavos pero estos del sistema financiero con mucho miedo y poca información…) se permiten el lujo de exigir e intentar prohibir una opción política como Bildu que, si bien se puede no estar de acuerdo con toda o parte de su ideología, cumple los requisitos impuestos por esos demócratas que se saltan la presunción de inocencia para decir que hay que prohibirlos por que algunos una vez estuvieron de parte o no condenaron públicamente a unos asesinos, por esa regla de tres algunos políticos de partidos mayoritarios deberían ser excusa para la prohibición de sus propios partidos, pues pertenecieron a la cúpula dirigente de un gobierno fascista y asesino (véase, por ejemplo, Manuel Fraga) al cual se le ha hecho el favor de olvidar todas sus atrocidades.
Esos de los que hablo son los mismos que promueven el olvido de la historia, eso sí, ellos ponen el plazo en el que uno se vuelve inmune: el que los exime a ellos y condena a los otros.
Por todo ello vivimos en un sistema que no es una democracia, pues no se permite una igualdad real y en el que el sistema electoral está diseñado para que siempre ganen los mismos, es decir, los que favorecen a los dueños del capital y sus amigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario