Me vanaglorio de no leer periódicos y os prometo que intento leerlos, pero no puedo.
Leer la prensa hoy en día me supone un esfuerzo. En primer lugar tengo que vencer la repulsión que desata en mi el hecho de que personas que cobran por escribir sobre la actualidad a cualquier nivel, que han estudiado para ello y que lo hacen diariamente con unos medios que permiten subsanar errores obvios no lo hacen. Esas personas que escriben, están (o deben estarlo) controladas por otras mejor preparadas y mucho mejor remuneradas que, claro está, tampoco hacen su trabajo, pues la mayor parte de las ediciones impresas y, sobre todo, las digitales suelen llevar multitud de errores gramaticales y, en muchos casos, incluso ortográficos (señores periodistas y editores los ordenadores llevan una opción para corregir la ortografía sin que para ello sea necesario su esfuerzo).
Por otro lado no puedo soportar la idea de coger un periódico y contemplarlo como un panfleto ideológico que queda lejos del ideal comunicativo y que está al mismo nivel que la denominada, y criticada por los supuestos adalides de la comunicación, prensa rosa, pues, al fin y al cabo, estos supuestos medios serios hacen lo mismo que la mencionada prensa del corazón, es decir, dan carnaza de la más les gusta a sus seguidores.
Entiendo que la prensa, al estar creada por seres humanos con sus propias ideas no está libre de una cierta parcialidad, pero para ello hay determinadas secciones de opinión en la que expresar esta de manera libre. Que los grupos económicos que sustentan los medios quieran aprovechar dichos medios para su propio beneficio. Pero también creo que si existiera un menor uso de su poder y una imparcialidad cercana a la realidad, esos medios no sólo recuperarían el respeto de los que no son incondicionales adeptos que desean que le cuenten lo mismo día a día, si no que incrementarían sus ventas desde otras vertientes ideológicas y ávidas de conocer la verdad y no una versión dirigida de esta, además de ganarse el respeto de pensadores autónomos (no me refiero a esos que cotizamos sin prácticamente ningún beneficio).
A pesar de todo lo dicho, seguiré intentando leer la prensa, aunque crea que voy a volver a encontrarme lo mismo de siempre.

viernes, 15 de octubre de 2010
martes, 12 de octubre de 2010
Sal, pimienta, aceite...

El cine, como la vida, necesita secundarios que funcionan como la sal, el vinagre o el buen aceite en la comida que se puede comer sin ellos, pero que permiten convertir un plato insípido y soso en uno gustoso y sabroso.
Ese caso es el de Manuel Alexandre, el condimento esencial en muchas obras de arte del cine. Hoy nos ha dejado. Si bien yo pienso como aquellos aborígenes de lugares ignotos para occidentales que pensaban que la cámara, ya sea de foto fija o de veinticuatro fotogramas por segundo, roba pare del alma. Para nuestra suerte, en el caso de Manuel, roba la parte mas mágica y esa nos quedará para siempre en sus personajes.
Manuel, hasta pronto, hasta que vuelva a ponerme para pasar la tarde delante de la tele Plácido, Atraco a la tres o alguna de esas ensaladas a las que tu, Agustín González y compañía dabais sabor.
"Exit through the gift shop"

Me gustaría recomendar la película que lleva el nombre del enunciado para aquellos que creen que es arte todo aquello que le dicen y/o todo lo que le plantan en una sala de un reputado museo o galería con ínfulas de serlo. Para todos aquellos que necesitan que le digan lo que les debe gustar, aunque sea lo que le gusta a esos pocos que critican a la mayoría por tener los gustos de la mayoría. A esos que, como yo en demasiadas ocasiones, creen estar en posesión de la verdad por el simple hecho de que su opinión parezca basada en mayores especulaciones (también llamadas pajas metales) que las de aquellos que solo usan su buen o mal gusto.
Por eso y porque me gusta ver reflejado ciertos individuos en una pantalla os la recomiendo.
viernes, 2 de abril de 2010
Totó.
Hace unos días, una alumna me comentaba lo duro que se le estaba haciendo asumir los últimos días de la vida de su perro. Yo, como persona a la que se que escuchan y a la que muchas veces vienen a pedir opinión o a que simplemente los escuchen. Le expliqué que era normal el apego y el hecho de no querer darle la eutanasia, aunque necesario en su caso, así como que la corta duración de la vida de los animales, que nos acompañan es necesaria, comparado con la nuestra, pues al depender de nosotros, sobre todo los perros, no deben durar más que nosotros para que cuando muramos no queden desatendidos.
Pues, sin arrepentirme de lo que le dije, ya que se que le di consuelo y desahogo, ayer me volví a dar cuenta que había mucho de retórica y que, a la hora de aplicármelo, no soy consecuente con lo que le dije.
Ayer recibí la noticia de que el que fue durante mucho tiempo mi perro, Totó, había muerto, por lo que se de manera rápida y poco traumática por una afección del corazón. La noticia me puso enormemente triste y provocó en mi cabeza una avalancha de recuerdos que me quedaré para mi, pero que aún ahora me tiene derrotado y taciturno.
A pesar de todo y de no creer en nada, me queda un consuelo: Totó está jugando ahora con Trosky, el que fue mi perro durante muchos años y que murió hace ya otros tantos, donde quiera que vayan las almas de los perros que nunca he dudado que tengan y que nunca he pensado que se pierdan.
Por eso, y a pesar del dolor, nunca recomendaré a nadie que deje de tener un Totó, un Trosky o cualquiera que sea el nombre por el que vayan a responder sus futuras mascotas, pues, aunque las penas que nos apabullan cuando faltan sean enormes, muchas más son las alegrías y los buenos momentos que nos dan y que sepan esas personas que Totó, Trosky y otros muchos los esperan con ganas de jugar en algún sitio cuando algún día no estén a nuestro lado para darnos juego a nosotros.
Pues, sin arrepentirme de lo que le dije, ya que se que le di consuelo y desahogo, ayer me volví a dar cuenta que había mucho de retórica y que, a la hora de aplicármelo, no soy consecuente con lo que le dije.
Ayer recibí la noticia de que el que fue durante mucho tiempo mi perro, Totó, había muerto, por lo que se de manera rápida y poco traumática por una afección del corazón. La noticia me puso enormemente triste y provocó en mi cabeza una avalancha de recuerdos que me quedaré para mi, pero que aún ahora me tiene derrotado y taciturno.
A pesar de todo y de no creer en nada, me queda un consuelo: Totó está jugando ahora con Trosky, el que fue mi perro durante muchos años y que murió hace ya otros tantos, donde quiera que vayan las almas de los perros que nunca he dudado que tengan y que nunca he pensado que se pierdan.
Por eso, y a pesar del dolor, nunca recomendaré a nadie que deje de tener un Totó, un Trosky o cualquiera que sea el nombre por el que vayan a responder sus futuras mascotas, pues, aunque las penas que nos apabullan cuando faltan sean enormes, muchas más son las alegrías y los buenos momentos que nos dan y que sepan esas personas que Totó, Trosky y otros muchos los esperan con ganas de jugar en algún sitio cuando algún día no estén a nuestro lado para darnos juego a nosotros.
sábado, 27 de febrero de 2010
Los valores de la amistad
Entre ayer y hoy, y sin los efectos tan criticados del alcohol como alentador de amistades poco duraderas (o tanto como la deshidratación del cortex permite), he vuelto a dar toda la amistad toda la valía que merece. Y no es que hubiera olvidado el valor de tan importante y, a veces, mal interpretado bien, si no que a veces es necesario un buen baño para eliminar la costra que el día a día van poniendo sobre nuestras estúpidas y sobrevaloradas rutinas.
Hoy se de nuevo que mis amigas están ahí siempre y que no puedo permitir que crean que no estoy cuando me necesitan y cuando no. Que no puedo de dejar de sentir su calor y, si pudiera, no quiero dejar de sentirlo porque las quiero.
Para colmo, hoy he recuperado un amigo que, aunque nunca perdí, hoy ha vuelto, algo que me ha hecho mas feliz si cabe.
Por eso se que yo podría seguir sin mis amigos adelante, si bien ese no seria yo, seria otro muy distinto, y como me costó tanto saber quien soy no pienso derrochar nada mas en buscar a otro con otros amigos pues los míos son sin duda los mejores y me hacen ser tan bueno como soy (que no es poco).
Hoy se de nuevo que mis amigas están ahí siempre y que no puedo permitir que crean que no estoy cuando me necesitan y cuando no. Que no puedo de dejar de sentir su calor y, si pudiera, no quiero dejar de sentirlo porque las quiero.
Para colmo, hoy he recuperado un amigo que, aunque nunca perdí, hoy ha vuelto, algo que me ha hecho mas feliz si cabe.
Por eso se que yo podría seguir sin mis amigos adelante, si bien ese no seria yo, seria otro muy distinto, y como me costó tanto saber quien soy no pienso derrochar nada mas en buscar a otro con otros amigos pues los míos son sin duda los mejores y me hacen ser tan bueno como soy (que no es poco).
lunes, 15 de febrero de 2010
'Buscando el mar'

Hace varios días que tengo una sensación extraña. Cuando voy por la calle, casi siempre en coche, miro por la ventanilla de una manera diferente. Pero hasta hoy no me he dado cuenta que buscaba mi mar.
Buscaba mi mar al igual que lo hacía Antoine Doinel en Los 400 golpes. Lo buscaba y, como él, sin saberlo. Desde las rejas del reformatorio él miraba hacia fuera sin saber que cerca estaba el mar que tanto quería ver.
Yo espero ver algún día mi mar, sin rejas.
viernes, 18 de diciembre de 2009
Un diálogo.

“ - DORWORTH (BURT LANCASTER): Nada es para siempre, excepto la muerte. Pregúntale a Fierro, a Francisco,… a todos aquellos del cementerio de los hombres sin nombre.
- RAZA (JACK PALANCE).- Todos ellos murieron por un ideal.
- DORWORTH: ¿La revolución?¡Ja! Cuando el tiroteo termina los muertos se entierran y los políticos entran en acción, y el resultado es siempre igual, una causa perdida…
- RAZA.- Así que, tu quieres la perfección o nada… ¡Ah! ¡Eres demasiado romántico, amigo! La revolución es como la más bella historia de amor, al principio ella es una diosa, una causa pura, pero todos los amores tienen un terrible enemigo, el tiempo. Tu la ves tal como es… la revolución no es una diosa, si no una mujerzuela… nunca ha sido pura, ni virtuosa, ni perfecta… Así que huimos, encontramos otro amor, otra causa, pero sólo son asuntos mezquinos… lujuria, pero no amor, pasión pero sin compasión, y sin un amor, sin una causa ¡no somos nada! Nos quedamos porque tenemos fe, nos marchamos porque nos desengañamos, volvemos porque nos sentimos perdidos, morimos porque es inevitable.”
‘Los Profesionales’ (Richard Brooks,1966)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)