martes, 12 de octubre de 2010
Sal, pimienta, aceite...
El cine, como la vida, necesita secundarios que funcionan como la sal, el vinagre o el buen aceite en la comida que se puede comer sin ellos, pero que permiten convertir un plato insípido y soso en uno gustoso y sabroso.
Ese caso es el de Manuel Alexandre, el condimento esencial en muchas obras de arte del cine. Hoy nos ha dejado. Si bien yo pienso como aquellos aborígenes de lugares ignotos para occidentales que pensaban que la cámara, ya sea de foto fija o de veinticuatro fotogramas por segundo, roba pare del alma. Para nuestra suerte, en el caso de Manuel, roba la parte mas mágica y esa nos quedará para siempre en sus personajes.
Manuel, hasta pronto, hasta que vuelva a ponerme para pasar la tarde delante de la tele Plácido, Atraco a la tres o alguna de esas ensaladas a las que tu, Agustín González y compañía dabais sabor.
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3 comentarios:
Amén. Una hermosa despedida. ¿Han tenido la decencia de homenajearle tal vez?
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