viernes, 15 de octubre de 2010

Me vanaglorio de no leer periódicos...

Me vanaglorio de no leer periódicos y os prometo que intento leerlos, pero no puedo.

Leer la prensa hoy en día me supone un esfuerzo. En primer lugar tengo que vencer la repulsión que desata en mi el hecho de que personas que cobran por escribir sobre la actualidad a cualquier nivel, que han estudiado para ello y que lo hacen diariamente con unos medios que permiten subsanar errores obvios no lo hacen. Esas personas que escriben, están (o deben estarlo) controladas por otras mejor preparadas y mucho mejor remuneradas que, claro está, tampoco hacen su trabajo, pues la mayor parte de las ediciones impresas y, sobre todo, las digitales suelen llevar multitud de errores gramaticales y, en muchos casos, incluso ortográficos (señores periodistas y editores los ordenadores llevan una opción para corregir la ortografía sin que para ello sea necesario su esfuerzo).

Por otro lado no puedo soportar la idea de coger un periódico y contemplarlo como un panfleto ideológico que queda lejos del ideal comunicativo y que está al mismo nivel que la denominada, y criticada por los supuestos adalides de la comunicación, prensa rosa, pues, al fin y al cabo, estos supuestos medios serios hacen lo mismo que la mencionada prensa del corazón, es decir, dan carnaza de la más les gusta a sus seguidores.

Entiendo que la prensa, al estar creada por seres humanos con sus propias ideas no está libre de una cierta parcialidad, pero para ello hay determinadas secciones de opinión en la que expresar esta de manera libre. Que los grupos económicos que sustentan los medios quieran aprovechar dichos medios para su propio beneficio. Pero también creo que si existiera un menor uso de su poder y una imparcialidad cercana a la realidad, esos medios no sólo recuperarían el respeto de los que no son incondicionales adeptos que desean que le cuenten lo mismo día a día, si no que incrementarían sus ventas desde otras vertientes ideológicas y ávidas de conocer la verdad y no una versión dirigida de esta, además de ganarse el respeto de pensadores autónomos (no me refiero a esos que cotizamos sin prácticamente ningún beneficio).

A pesar de todo lo dicho, seguiré intentando leer la prensa, aunque crea que voy a volver a encontrarme lo mismo de siempre.

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