lunes, 11 de agosto de 2008

Amigo de ellas, enemigo de ellos.

Ante la afirmación que encabeza como título esta entrada, contenida en un email algo más extenso, contesté a una miga lo siguiente:

Lo de amigos para ellas es como un mito hecho realidad, soy un buen amigo de las mujeres. Eso que, en principio, debería ser algo positivo (y normalmente lo suele ser) se vuelve contra mi cuando encuentro a alguien (una mujer) de la que pretendo algo más que la amistad (y algo más que sexo...). Esa mujer suele haberse fijado en mi como amigo, y parece que eso suele ser signo de asexuado, no me preguntes por qué, pues ya quisiera yo saberlo.


La amistad con mujeres siempre me proporcionó a medio plazo pareja, si bien, en demasiadas ocasiones, también me proporciona severos varapalos sentimentales, ya que tengo como especial manía la de enamorarme de amigas mías. A mi, ante todo, me gustan las mujeres muy completas y complejas, siendo un valor a destacar la inteligencia, además de que haya entre nosotros una sinergía que vaya más allá de lo físico, si bien esto último tambien es fundamental. Por ello, para que alguien me atraiga más allá de la amistad, necesito primero conocerla fisicamente (se soluciona prácticamente de inmediato), conocerla intelectualemente (conlleva alguna conversación) y conocerla personalmente (algo que necesita de algo de más tiempo que las dos cosas comentadas con anterioridad), claro está a final termina siendo como un casting. Las que pasan el primer punto y nos los demás, se suelen convertir en un hasta luego o, en el caso más loable, en un polvo y el mencionado hasta luego. En el caso que superen el segundo estadío, el de la gymkana que involuntariamente mi cerebro pone en juego, y aunque, suelen ya, estar muy cerca del tercer escalón, si no lo superan, suelen quedarse como conversadoras esporádicas y agradables ( lo que no quita tampoco un esporádico escarceo fisiológico de vez en cuando ). En último lugar, están las que superan las tres pruebas críticas son candidatas de convertirse en algo más que amigas, pues para amigas sólo son virtualente posibles las que superan las dos últimas etapas del proceso de selección, si bien, y como ya dije al principio, en este punto suelen estar ya como amigas. Y en este punto de amistad la parte de pareja sueles abrumarles o, lo que es peor, para ellas no cuento como hombre ¡mierda! (Nota del autor: no todas las amigas llegan al estadío de posible pareja, si bien todas las amigas suelen superar las tres fases de selección).

Si a todo lo anterior unimos mi peor defecto: ¡soy buena persona!, sí, me reitero en lo de que es un defecto, pues parece que a la mayoria de las mujeres - a menos las que yo conozco y que parecen haber heredado algún gen gilipolla de los que a los hombres suelen sobrarnos - esto no sólo les pone si no que además las aleja como posible pareja. Creo que esto del defecto de ser buena gente merece una explicación, y lo soy por: 1, por defecto respeto a la mujeres (a los hombres también, pero entre los tíos eso es relativamente común) pues no las trato como entes portadores de más de un agujero. 2, puedo conversar con ellas sin pretender, como último y único objetivo tapar alguno de los agujeros mencionados en el apartado 1. 3, escucho y no hago como que escucho (a la que no se haya dado cuenta eso es lo que hacen la mayor parte de los hombres), pues estan absortos en los puntos 1 y 2. 4, cuando estoy con ellas suelo ser (siempre, y si es mi pareja más) atento, cordial, sincero, delicado, complaciente (¡en todos los sentidos!) y detallista, algo que la mayoría del resto de los hombres sólo mantiene en el caso de alguna pretensión recogida en los susodichos apartados 1 y2. Mi lista de virtudes es casi tan interminable como corta mi lista de defectos, siempre que el rasero sea el modelo de hombre que las mujeres siempre soléis decir que queréis ¡mentira!, pues, si así fuera, yo sería el hombre más deseado y perseguido del mundo, con el permiso de don George Clooney y del difunto (problema para que sea perseguible) papel de seductor de mi amigo Cary Grant.


Por qué los hombre suelen considerame enemigos míos: por los mismos casos que en el apartado anterior las mujeres me suelen considerar su amigo, aunque ellos no suelen darse cuenta de lo que sucede realmente (aludo a la simpleza más que conocida de la mayor parte de los hombres), si bien ello tampoco me aporta demasiadas alegrías sentimentales (normalmente todo lo contrario).

Por eso me reitero en mi opinión de amigo de ellas y enemigo de ellos (en la mayor parte de los casos, aunque existe alguna excepción), no por predisposición propia si no por ajena.

Así que ya ves, soy el sueño que dicen tener las mujeres cuando proclamáis al mundo vuestros deseos, si bien eso, me atrevo a vislumbrar, es una de las mayores mentiras que soltáis y estáis más cerca en ese caso de los denostados hombres (que quieren una barbie pechugona a la que los amigos piropeen por como la debe felar y lo calladita que está) de lo que os gustaría reconocer, pues, como decía Loquillo y sus trogloditas en 'Simpatía por los Stones': "las chicas prefieren chicos malos para jugar" y a los buenos nos suelen dejar como último plato, una vez ya saciadas (el por qué de esto lo trataré, - o al menos lo intentaré - en otro momento de menor misantropía temporal, que no misoginia).

2 comentarios:

Leloo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Los viajes que no hice dijo...

Y tu correo necesita de una reflexión larga larga. Eso sí: muchas veces me he preguntado si lo que nos pasa es que nos gustan los capullos.
Pero no sé qué responderme.
Besos, guapo.