domingo, 28 de septiembre de 2008

Paul, ojos azules.


Ayer fui a comer a casa de mis padres, mientras echaba un vistazo a una revista, mi padre, que veía la tele, me avisó: Paul Newman había muerto.

Siempre he fardado de, siendo un tío heterosexual, saber reconocer la belleza en otros hombre, pues, la mayoría, tras una careta de hombría machista, no lo hacen. Pero en el caso del señor Newman no conocí hombre alguno que no fuera capaz de reconocer algo que nadie sería capaz de dudar...

Dicen que llegó al cine desde las clases de teatro de su college, pero que llegó por su cara bonita. Lo de la cara bonita nadie puede dudarlo, pues pienso que no ha existido otra cara de hombre más atractiva en el cine. Era tan guapo que no podías dejar de mirar sus ojos, que en el color se descubrieron de un azul por el que mereció la pena cambiar desde el blanco y negro. Te obsesionabas con el desde que aparecía en cuadro hasta que se iba y, aun después, durante largo tiempo, tenías grabado su rostro en tu retina como cuando miras un cuerpo incandescente durante un rato.

Un día se rebeló contra la tiranía de los estudios que tanto daño hizo a algunas jóvenes figuras en una época en la que el cine logró asentarse en nuestras vidas. Dicen que compró su contrato al estudio que lo oprimía aun pagándole cantidades desorbitadas de dólares, con su carta de libertad se fue a buscar un 'método'. Allí, donde el método, conoció a un grupo de nombres y apellidos sin los cuales mi cerebro ya no podría soñar. Ellos, el, llevaron la interpretación, primero en los teatros y después en el cine, a unos niveles que siguen siendo referencia a día de hoy para quien quiera no ser el mismo y ser alguien.

Paul Newman logró ser un actor equiparable a lo que el cine en conjunto debería ser: atractivo hasta hacer daño, genial en su trabajo hasta hacer olvidarte durante unos minutos de quien eres y de lo guapo que él era, y, aunque parezca un tópico, dicen que como persona era mejor si cabe...

Por eso, por ser un actor que gusta por igual a mi madre, a mi padre o a mi.

Billy Wilder decía que 'una buena película era aquella que hacía olvidarte que tenías el coche mal aparcado', pues Paul Newman era el sólo como un a buena película, cuando lo veías en pantalla nada en el mundo era más importante que el.

Paul, nos vemos, nos miramos.

http://es.youtube.com/watch?v=FAWxLlrqxAU&feature=related

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